“Sé que fue un ser maravilloso, siempre haciendo el bien, ayudando y dando todo lo que tenía”

Me llamo Nancy y soy sobrina de “Yoyi” Martínez quien desapareció el 10/11/78 de Buenos Aires, fue visto por última vez en la ESMA. Tenía 6 años cuando desapareció, aún lo recuerdo, aunque esos recuerdos no tienen ni voz ni rostro ya que el tiempo se va encargando de apagarlos.

Hoy quiero contarles cómo fue ser su sobrina, con sólo 6 años aprendí lo que significaba ser un desaparecido, lo que era un golpe de Estado, lo que era un centro clandestino, con 6 años supe lo que era una tortura y lo que significaba el Falcon verde, con 6 años sabía quién era el “Tigre” Acosta,  Videla y Astiz y lo que ellos hacían, con 6 años escuché cómo se rompía mi mamá día a día esperando que mi tío vuelva a casa, ella se aferró a la esperanza y decidimos creer durante años que iba a volver,  que en cualquier momento iba a tocar el timbre pero nunca volvió.

Me acuerdo de haberla acompañado a alguna marcha en Mar del Plata a escondidas de mi papá, en casa de eso no se hablaba, entonces mamá comenzó a hablar conmigo y me convertí en su confidente y su apoyo. No podía dejar que mi mamá se caiga, la tenía que acompañar.

Con el tiempo entendí que mi papá tenía miedo de que pueda pasarnos algo, los milicos tenían el poder de sacarte del medio si les molestabas o si te metías demasiado. Pero no quiero caer en el odio, quiero contarles un poquito más de mi tío. Tocaba la guitarra y lo recuerdo en la bañera cantando o al menos lo intentaba. Cuando tenía 2 años se disfrazó de Papá Noel y me dio el susto de mi vida, después entendí que todo lo que hacía era para darme lo mejor, ya que en ese momento estábamos mi mamá y yo solas.

Cuando nació mi hermana los vi a él y a mi papá forcejear en el ascensor para ver quién mostraba a mi hermana. Si cierro los ojos puedo ver muy borroso algún otro momento donde nos acompañó, sé que fue un ser maravilloso, siempre haciendo el bien, ayudando y dando todo lo que tenía. Sus amigos lo siguen recordando con mucho amor y me cuentan lo que hacían de pibes y de estos recuerdos me lleno cuando vengo y me los guardo en mi corazón.

Una prueba

Cuando tenía 22 años la vida me puso una prueba, fui a un boliche a tomar algo con mi hermana como lo hacíamos siempre pero ese día iba a ser distinto. Me crucé con una persona agradable y carismática, con unos ojos súper celestes como si fuera la mirada de un ángel, se puso a hablar conmigo, recuerdo que pensé habiendo tantas chicas por qué me eligió a mí. A pesar de su encanto tenía algo que me incomodaba, me invitó un trago y le dije que no, recuerdo que insistió mucho y mi hermana aceptó, cuando él se fue uno de sus “amigos” (eran 4 y nos rodearon toda la noche) me dijo: ¿vos sabes a quién le despreciaste un trago? Yo le dije que no, para mí era un flaco cualquiera. Él me dijo es Alfredo Astiz. En ese momento cada hueso de mi cuerpo empezó a temblar, empecé a transpirar, era el mismo Astiz que había torturado a mi tío el que me quería invitar un trago, perdí la noción del tiempo, solo respondía sus miles de preguntas, creo que mi cara cambió, no sé cómo pero logré que mi hermana dejara el trago y que aceptara irnos, justo cuando el boliche estaba en lo mejor. No quería decirle nada para no asustarla, nosotras crecimos sabiendo que ese tipo era un torturador y un asesino, por cuestiones de la vida o de algo superior, lo tuvimos frente a frente haciendo preguntas y amenazando con volverme a ver.

Le ordenó a dos de su seguridad que nos llevaran a nuestra casa, recé todo el camino llegar vivas a la casa de mi tía, tenía miedo porque sentí que nos podían matar como lo habían hecho antes, cuando entré a lo de mi tía lloré tanto como pude para poder sacar el odio y la impotencia que me dio verlo libre sabiendo todo el dolor que nos causó.

Siempre presente

Pero volviendo a “Yoyi”, el protagonista de esta historia, quise contar un poco como fue ser sobrina de un desaparecido, de lo que fue crecer sin tenerlo, aunque siempre estuvo presente en mi familia ya que mi mamá se encargó de que lo mantengamos en nuestra memoria, y yo hice lo mismo con mis hijos, hoy después de 44 años él sigue estando presente, se lo recuerda, se lo ama, se lo extraña. Su luz nos iluminará y acompañará por siempre, su enseñanza nos llenó de coraje para ser quienes somos hoy, su fuerza siempre fue un ejemplo para no caer. Si él, con 21 años, soportó lo que soportó, por qué no podemos nosotros.  Y sí… sigue siendo nuestro ejemplo de lucha, de perseverancia, de convicción, de amor y coraje.

Hoy te doy las gracias tío por todo lo que nos enseñaste, te amamos hoy y siempre, por vos, por los 30.000 y por tus amigos que hoy tampoco están: Ricky, Titín, Dina, Robles, Pettiná, Sangla, Manazzi, Changazzo y Larrubia, gritemos muy fuerte presente, ahora y siempre ¡Nunca más!

Fuente: https://laopinion.com.ar/se-que-fue-un-ser-maravilloso-siempre-haciendo-el-bien-ayudando-y-dando-todo-lo-que-tenia/

Escrito por: Nancy Ronchi