El Silencio de los Corderos: cuando el entretenimiento lucra con la tragedia

La reciente serie de Netflix Monster: The Jeffrey Dahmer Story ha generado controversia por aportar glamour a la imagen de un asesino en serie nefasto y por la insensibilidad percibida hacia las familias de las víctimas.

En contraste con el entretenimiento periodístico sobre crímenes reales, la dramatización y la ficcionalización de crímenes de la vida real ha generado una ola de críticas por volver a traumatizar a las víctimas y sus seres queridos, y glorificar a los criminales.

El género del true crime, ese negocio que comercializa historias como la de Dahmer, está creciendo a una velocidad notable. En la era digital, existe en prácticamente todos los medios y llega a más personas que nunca. Se han construido documentales, series de televisión, podcasts, cuentas de Twitter, grupos de Facebook, foros de Reddit e incluso canales de YouTube y TikTok en torno al tema.

Las historias de terror del mundo real se han remezclado con todo, desde tutoriales de maquillaje hasta ASMR; entró a los hogares a través de los servicios de suscripción. Incluso se convirtió en el tema de una convención anual de fans en Estados Unidos y de un servicio de cruceros  próximo a lanzarse.

Sin duda, es un buen negocio. El tema es extraordinariamente popular; además, dado que los hechos no están protegidos por los derechos de autor, los casos más sensacionales pueden volver a contarse. Y se vuelven a contar, infinidad de veces en todos los formatos.

Evan Peters como Jeffrey Dahmer en el episodio 2 de Dahmer. Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer.
Créditos Netflix 

Netflix y el dilema ético

El true crime es uno de los géneros más prolíficos del entretenimiento moderno. También es un campo ético minado. Sin embargo, la audiencia no evita devorar cada bocado de este género y nadie sirve mejores platos que Netflix.

A partir de 2022, es uno de los géneros más populares en el Gigante de la Transmisión. Entre julio de 2020 y marzo de 2021, lanzó 18 programas relacionados con crímenes reales, y ese número solo ha aumentado desde entonces.

Si bien el crimen real demostró ser una de las áreas de entretenimiento de más rápido crecimiento, también trae consigo una gran cantidad de preocupaciones éticas.

En septiembre de 2022, Netflix lanzó una serie de 10 partes co-creada por Ryan Murphy e Ian Brennan sobre el asesino en serie Jeffrey Dahmer llamada Monster: The Jeffrey Dahmer Story, protagonizada por Evan Peters.

El programa fue visto durante más de 196 millones de horas en la primera semana, así consolidó su estatus como el programa número uno en la plataforma. Y al igual que Tiger King en 2020, Dahmer ha atraído mucha atención por todas las razones equivocadas.

Después de la serie de ficción protagonizada por Peters, Netflix lanzó la docuserie Conversaciones con un asesino: las cintas de Jeffrey Dahmer.
Créditos Netflix

El true crime re traumatiza a las víctimas y a sus familias

Las víctimas de delitos y sus seres queridos suelen volver a traumatizarse cuando sus historias se convierten en forraje para el consumo público.

Las familias de las víctimas de homicidio están particularmente en desventaja cuando se encuentran con representaciones inexactas o insultantes de sus seres queridos. Las protecciones legales de reputación, como las demandas por difamación, no se aplican si la persona difamada ha fallecido.

Cuando se estrenó Dahmer, surgieron fuertes críticas por la representación de las víctimas en los programas, a pesar de que Netflix afirmó que la serie “dará voz a las víctimas del notorio asesino en serie Jeffrey Dahmer”. Sin embargo, les familiares de las personas asesinadas han dicho que Netflix no les consultó mientras producía el drama. 

La cuestión de quién se beneficia de las representaciones de crímenes reales es importante, ya que los grandes estudios y las plataformas de transmisión ganan millones. Por otro lado, las víctimas y sus familias a menudo tienen que soportar las consecuencias de una mayor atención pública.

HBO Max se suma a la Dahmermanía y estrena su propio documental sobre el asesino en serie.

Hacer famosos a los asesinos en serie

Monster: The Jeffrey Dahmer Story elevó la imagen de Dahmer al elegir al actor Evans Peter para interpretar al asesino. Tras el lanzamiento de la serie, las redes sociales estallaron en comentarios positivos sobre la apariencia física del criminal.

Dahmer, al igual que Hannibal Lecter (Red Dragon, Tomas Harris, 1981), fue un asesino en serie y un caníbal, pero mientras las víctimas de Lecter pertenecen al campo de la ficción, las del “Carnicero de Milwaukee” fueron personas reales. Lo que podría ser entretenido para les espectadores es profundamente traumático para las familias de les afectades por los crímenes que se recrean en la pantalla.

Navegar por la ética del contenido de crímenes reales es complicado. La conversación cultural ha cuestionado la necesidad de que los canales de entretenimiento continúen fetichizando, e incluso sexualizando, a los asesinos en serie.

Dahmer se unió a la tendencia que surgió cuando Zac Efron protagonizó una película sobre Ted Bundy, la romantización de un asesino. Dahmer asesinó a 17 hombres, con sus cuerpos practicó canibalismo y necrofilia. Donde debería suscitarse conciencia y reflexión pero solo parece haber generado fascinación.

Netflix, consciente de esto, después del estreno de la película rogó a los espectadores a través de las redes sociales que dejaran de apoyar a Bundy. Sin embargo, no dejó de crear este tipo de contenido.

Tanto Bundy como Dahmer fueron criminales que  asesinaron a docenas de personas cuyas familias aún están vivas. Ellas pueden ver la fascinación y el apoyo que consiguen estos monstruos en línea, mientras que su dolor es usado como entretenimiento.

La línea entre entretenimiento y ética se desdibuja

Por un lado, al hacer estos programas y películas, a veces destaca historias que evalúan si alguien ha sido condenado injustamente. Por otro lado, las representaciones a menudo son explotadoras y gratuitas, en general se inclinan hacia una narrativa preconcebida y sensacionalista que manipula la opinión pública, todo mientras la ética pasa a un segundo plano.

El interés y bienestar de las víctimas y sus familiares se deja de lado por el bien mayor de servir a la audiencia, ya sea por entretenimiento, educación o para generar controversia, pero sobre todo para ganar dinero.

Desde el punto de vista legal, todos los registros y filmaciones judiciales públicos son un nicho para que la industria del entretenimiento los use sin obtener consentimiento. Sin embargo, el hecho de que algo sea legal no significa que sea correcto.

Por supuesto, Netflix no es la única plataforma de transmisión que prospera con el true crime. Las demás también cuentan con una sólida lista de producciones de crímenes reales. De hecho, cuando uno encuentra un producto que gana audiencia, el resto tiende a lanzar producciones relacionadas para generar ganancias a sus expensas. Esta semana, por ejemplo, HBO Max estrena la docuserie Jeffrey Dahmer – En la mente de un monstruo.

Debido al éxito de Monster: The Jeffrey Dahmer Story, Netflix renovó la serie para nuevas temporadas basadas en otros asesinos seriales famosos. Una vez más, la pantalla se llenará de asesinato y crueldad mientras el Gigante del Streaming se llena los bolsillos.
La obsesión por el true crime sólo parece ir in crescendo. En la industria del entretenimiento existen tres grandes pilares en los que se apoyan las producciones más redituables: el sexo, el escándalo y el engaño. El true crime suele poseer todas.