Mujeres a la Obra: hacia la inclusión femenina y de disidencias

A pesar de que desde hace años se viene luchando por el acceso de la mujer y disidencias a nuevos puestos de trabajo, todavía falta mucho por avanzar. En el rubro de la construcción, solo el 8% de los trabajos son realizados por mujeres. En ese marco, en 2019 nació Mujeres a la Obra, una asociación civil que las capacita e impulsa a insertarse en el mercado laboral de la construcción.

Mujeres a la Obra tiene su sede en Santa Fe capital, y desde el año pasado también en ParanáEntre Ríos. Surgió como una respuesta a la necesidad de las mujeres de aprender, ya sea para realizar arreglos en sus propios hogares, como así también para tener una oportunidad de trabajo. La Comisión Directiva está integrada por trece mujeres; arquitectas, trabajadoras sociales y de otras áreas.

Ya han dictado más de 30 cursos gratuitos en los que participaron 480 mujeres y disidencias. La mayoría vive en poblaciones vulnerables; otras, son estudiantes de arquitectura, maestra mayor de obra, técnicas en construcción. Algunas lo hacen por una cuestión de curiosidad, otras porque quieren hacer arreglos en sus casas y así abaratar el costo de mano de obra.

Además, las prácticas tienen un fin social: se realizan en comedores; merenderos; clubes; escuelas; parroquias; jardín de infantes, entre otras instituciones. Por ejemplo, van a colocar placas antihumedad en el comedor de una escuela especial, con materiales donados por una empresa.

Nota al Pie conversó con Norma Gómez, integrante de Mujeres a la Obra, para conocer cómo es la situación de las mujeres y disidencias en el sector.

Mujeres a la obra
Entre los cursos que se dictan, se encuentran albañilería, electricidad, pintura en obra, colocación de pisos de cerámico y construcción en seco. Crédito: Mujeres a la Obra.

De la demanda a las manos en la obra

Todo empezó como una idea de la arquitecta Liliana Rossi. “Decidió convocar a algunas mamás de los niños que asistían al merendero Fundación Los niños del sol, en el barrio Santa Rosa de Lima, un barrio vulnerable, para realizar arreglos”, comentó Gómez. No pensaban que la propuesta iba a tener la convocatoria que tuvo: 50 mujeres dispuestas a aprender y poner manos a la obra.

“Pensamos que tal vez iban a acercarse cinco o seis mujeres, por lo que no teníamos materiales para todas. Así empezó nuestro camino, ellas mismas nos empezaron a acompañar”, agregó. Luego, se fueron sumando diferentes empresas con aportes y con capacitaciones. “Nos empezaron a contactar empresas para preguntarnos qué necesitábamos, cómo podían colaborar o sumarse”, expresó.